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DE CÓMO EL MUY ILUSTRE
D. RODRIGO DE
BALBIN BEHRMANN
MAESTRO EN LA UNIVERSIDAT DE
LA NOBLE CIBDAD DE ALCALA DE HENARES (ALCALÁ AL NAHAR, EN
ALGARABÍA)
FUE
REQUERIDO PARA FABLAR DEL INSTITUTO RAMIRO DE MAEZTU, E COMO CON ELLO DISERTO DE SUS
MAESTROS, E TAMBIEN DE LOS SUS AMIGOS
E COMPAÑEROS, QUE YA VAMOS
PARA ABUELOS,
E CONTO SUCESSOS DE CUANDO
ERAMOS
BOQUIRRUBIOS, E DE CÓMO
RESCEBIMOS LOS SABERES
QUE EL ORBE LLENAN, E COMO DESTOS
FECHOS
E DE OTROS
NO
TAN NOBLES
QUEDA
MEMORIA PARA TODAS LAS
GENERACIONES
PRESENTES E VENIDERAS E PARA BIEN DE TODOS
PROEMIO
Disculpen
Vuesas Mercedes a este pícaro escritor, corto de genio e pluma, desaseado en la
prosa como en el verso, mosquetero sin gracia en la comedia, que aún con papel
y pluma apenas sabe deletrear, y a cuya falta de genio solo iguala su pereça,
porque llevando en mi cabeça el texto que sigue, dexelo a medio escrebir una
gran pieça, ya que ni Erato ni Polimnia se dignaban tocarme de su mano, e de la
mía propia no encontraba yo como darle forma e fin honrados. Así pues, pasóseme
el tiempo con otros negozios, viniéronse los días, pasaron los meses, y cuando
dí con él de nuevo entre mis manos, parescióme el manuscrito de Cide Hamete Berengueli,
pues de tan arrugado e polvoriento, halléme en dificultad de reconocello como
propio. Pero cuando tal hize, por no perder lo escrito, púseme en el desafío como
si fuesse Don Suero de Quiñones en el Passo Honroso, terminelo como Dios me dio
a entender sin mas tardança, como si librero endemoniado me lo pidiese por
dallo a la prensa, y envíoslo aunque a deshora, para que vuesas mercedes no
pierdan un detalle e quede el tal para provecho de generaciones venideras.
Hallábame
dias ha, iluminado por los dedos rosados de la aurora, en la muy Ilustre
Universidat de Alcalá, ocupado en servir a Dios e al Rey por este orden, cuando
rescebí, por un diabólico correo dese que llaman agora eletrónico, que es bien
sabido que fue invento de herexes y hase introduzido en nuestras vidas como por
ensalmo, do se me comunicaba, como D. Rodrigo de Balbin fablaba en el Instituto
Ramiro de Maeztu sobre la estoria del colegio e la de los que en el fuimos escolares
e los sus compañeros. Mostraba el tal correo la fecha de la çeremonia, lugar e
modo do el citado fablaría, porque asistiésemos aquellos que tuviésemos a bien,
e a honor, hacello.
Ansí que traté el día
citado de ponerme en camino, con dificultades que, siendo alquimista de oficio,
fallábame cerca de descubrir la piedra filosofal, de la que espero fama
impereçedera; que mas de un noble de alta alcúrnia ofreçiome dineros si la tal
piedra pudiesse tornar la inmundiçia en oro de ley, e dixele de manera que
pudiera oillo, que si aqueso fiziesse la tal piedra, yo mismo habría de hacello,
que sin ser noble, sé contar, que aprendí en el Ramiro, e yo mismo sacaría mas
ducados que los que él me diesse. E que si tanta voluntad tenía de conseguir
oro, fuesse noramala a conquistar las Indias, que es actividad de grande
provecho, o levantase, con ayuda de alarifes moriscos, casa en alguna de sus
huertas, e la vendiesse por buenos dineros al que la hobiese menester, que esto
es la mejor riqueça destos días, y es la manera mas segura de convertir barro,
cantos, texas e mortero, que bien cercanos están a la inmundizia, en oro de la
mejor calidat....
Pero disculpen vuesas
merçedes, que ándeme yo en estas filosofías e no siga la estoria que es de mas
honra para todos. Y es que no pude estar en la prédica de D. Rodrigo por tener
que estarme en mi elaboratorio, do dexé casi acabadas las ultimas lixiviaçiones
para obtener la piedra, por la que todavía porfío como pena por mi poca
diligenzia.
Pero esta mañana,
encontreme otro correo, y enzerrado en él como diablo cojuelo en redoma
encontré el polido discurso que D. Rodrigo me enviaba, adobado con muy buenas
estorias e raçones, escrito con tal donaire e con dibuxos e retratos tan
propios que uno pensase estar con ellos como en la realidad. E ansi non
precisaban como aquellos de un mal pintor que relataba D Quijote, que cuando
pintaba una zorra tenia que escribir al lado “zorra” por que los que la viesen
no pensasen ser gorrión o jumento.
E de las estorias que
Rodrigo contó gusté de muchas, e de alguna quiero hazer mis adiziones, como
Al-Hakem fizo a la Mezquita de Córdoba, que aun hoy el orbe reconoze. E es, cuando
se fabla de D. Jaime Oliver; al que recuerdo como hombre de gran cultura, que
estimulaba en mi persona, imaginación e afizión a las humanidades –lo cual
milagro parescía siendo yo de ciencias, pero sobre todo estando en aquella edad
mis preferencias, ora en los juegos de pelota ora en pendencias diversas-. E
recuerdo del un día como nos explicaba, montado, porque mejor lo entendiésemos,
sobre su mesa, como en la reconquista, iban los caballeros cristianos a la
brida, e tomaba, por bizarría, como lanza el puntero mientras dezia aquello.
Otrosí, contaba como los caballeros moros iban a la jineta, e mostrábalo de
nuevo propiamente sobre la tal mesa, e dezia como la espada cristiana pinchaba e
golpeaba e la çimitarra tajaba, e como los moros fazian a los siervos
cristianos en Toledo pintar escenas de caballería, para que pecasen los
infieles e non ellos, que ansi lo mandaba el Coran, e como las damas medievales
llevaban coturnos con suela de corcho de Extremadura por parecer altas como
Melpómene, o sus estorias sobre el origen de Madrid, de su nombre e de sus
calles, o cuando a las vezes sacaba a alguno de nosotros e le hazía decir el
nombre de su pueblo, e acababa el negozio contándonos el origen del dicho nombre
e acababa contando como era el castillo o la torre de la iglesia, e todos los
que aquello oíamos quedábamos suspensos de sus palabras.
Pero llegaban después unos
examenes que llamaban de reválida, e venian a probar nuestros saberes otros
maestros que seguramente non sabian como fuesse montar a la brida o a la
jineta, nin que cosa fuessen coturnos o atabales, e obstinábanse en
preguntarnos por un tal Vélez de Guevara, de cuando e donde lo trajo su madre
al mundo, de si era limpio de sangre o no, o de si un tal Tirso escrebia en
verso o prosa, o si un tal Quevedo regüeldaba a menudo o no, e otras cosas como aquestas, e yo, e otros como yo,
quedábamos confusos e deziamos para nuestro coleto ¿no era de caballerías de lo
que nos examinaban?. E alli era de vernos sudar, e colegir, e rumiar, e
maldezir e finalmente inventar de nuestra cosecha, que cosas el tal Velez de
Gevara, Tirso o Quevedo fazían, e incluso algún otro llamado Mateo y Alemán por
mas señas, que Dios confunda. E cogito para mi que debía de haber milagro en lo
que D. Jaime nos enseñaba, porque milagro fuera que aprobásemos los citados
exámenes sin gran perjuicio…..
E por todo ello, este
amanuense, como Patronio, vio como este enxiemplo era muy bueno, e fizo estos
versos que dizen así:
“Magüer que te enseñaren
cosas incorretas
Non dexes del examen
preguntas sin respuesta
E si non las trovares del
maestro en las liziones
Recuerda lo que puedas e
inventa mogollones”
En Alcalá de Henares, a 11
de Marzo de 2013
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